Alejandro I. Pessina

Al fútbol no juega uno solo juegan todos, juega un equipo, el que no lo quiera entender que no lo entienda. ¿Sabés cuál es la diferencia? que si Sergi Roberto hubiera sido Di María sigue con la pelota hasta el área contraria, patea él a 3m. arriba del travesaño y encima se desgarra. Y en caso que le llegue la pelota a Messi, por algún rebote, porque Di María no se la pasa (y si se la pasa, se la pasa mal), seguramente cuando patee Leo, esta Higuaín, molest ando en el área, con grandes posibilidades que le pegue a él y el tiro se vaya desviado. En cambio los delanteros del Barcelona se corren para arrastrar las marcas, que quede el hueco y entre Messi solo para definir. Ya empecé a escuchar a algunos giles decir "¿Por que no juega así en la Selección?".... no juega así por el contexto, porque el fútbol no es un deporte individual, porque hay que ser inteligente y cuando está el mejor del mundo en un plantel hay que saber aprovecharlo con jugadores y un sistema de juego pe

  (Dedicado a mis amigos corredores, quienes alguna vez se han encontrado vestidos enteramente de runners, con calzas, pantorrilleras y lentes, prontos para salir a entrenar, pero por alguna razón, dan un montón de vueltas en el living de su casa, y terminan viendo la tele desparramados en el sillón, con una latita de cerveza en la mano y postergando el entrenamiento para el día siguiente) Uh!! ¡Qué muerto estoy, la puta madre que lo parió!, no, pero hoy sí o sí salgo, sí o sí, me tengo que dejar de boludear, antes de las 19 estoy corriendo en la plaza , ¡a dejarse de joder!…  ¿Y si me tiro un ratito?, no, no, a ver si me duermo y me pasa como la otra vez que me desperté como a las 21:30. No sé para qué mierda le pago al profe un entrenamiento si después no lo cumplo. Ayer tenía que correr 18, ¿y qué hice? me abrí una cerveza y me puse a mirar la tele, ¡no puede ser viejo!, ¿para qué quiero correr maratones si me cuesta tanto entrenar?, ¿quién carajo me creo que soy?, Zátopek

Los vi en la mesa del fondo ni bien abrí la puerta y entré al “Pulpo”, me llamó la atención cómo estaban los dos, con la nariz casi pegada al vidrio, mirando hacia la calle, el Negro, semi - arrodillado en la silla señalando repetidas veces con el índice en el aire hacia distintos lugares, Marito, al lado, seguía con la mirada lo que este loco apuntaba con el dedo. La curiosidad me hizo apurar los pasos, esquivando con habilidad las mesas del salón, mientras que mentalmente trataba de adivinar qué es lo que les había llamado tanto la atención. Me imaginaba dos cosas: un choque, aunque era raro que no haya escuchado el ruido a chapas abollándose o estallido de vidrios o la otra, una mina despampanante pasando por la vereda, de esas que hasta las mismas mujeres se dan vuelta, pero tampoco era esto, porque al acercarme a la mesa ya podía oír que el Negro, mientras señalaba, le aportaba comentarios a Mario: – ….Y mirá aquel, ¿te das cuenta lo que te digo?…., ¿y el de celeste que vi